OTRA LUZ AL FINAL DEL TUNEL.

Por fin, tras una larga temporada de idas y venidas a consultas de especialistas, y entre comidas de tarro e infinitas pruebas, parece asomar una tenue luz al final del túnel. Sin embargo, y no sé si desde una postura prudente o tal vez cobarde, me pregunto: ¿será esa luz la salida definitiva, o tal vez sea la de otro tren que viene de cara? ¡Hagan sus apuestas señores!

La cuestión es que hace un par de semanas, en uno de los análisis de control del tiroides, el valor de referencia resultó superior (más del doble) que la última vez, así que ¡eureka!, parece que la cosa definitivamente se destapa. Si os digo la verdad, me alegré de que empeorara. Como sucede en dos de cada tres episodios de “House”, el empeoramiento permite el diagnóstico y finalmente el DESEADO tratamiento. En realidad, ya se barajaba como la opción más plausible. No obstante, sigo siendo un caso atípico y la duda aún no se ha despejado completamente.

En definitiva, que ese rollo del frío, cansancio y sudoración nocturna, parecen ser debidos a un estado de hipotiroidismo. Lo verdaderamente sorprendente es que llevo más de dos años con la misma monserga y aún a día de hoy no estamos seguros. Como podéis imaginar el desgaste psicológico no es pequeño.

Ya he empezado el tratamiento. Pero como no podía ser de otra manera en este pequeño calvario, la cosa no es tan sencilla. La medicación debe ajustarse, ser individualizada, y me ha comentado el médico que se necesitan aproximadamente seis meses para lograrlo totalmente. Seis meses en los que no debo aumentar la carga de entrenamiento, para evitar riesgos innecesarios. Joder, seis meses, veintiséis semanas, 182 días con todas sus horas y minutos. En fin, toda la temporada. Pero para mí, es una buena noticia, en primer lugar porque la salud es lo que realmente importa. Pero en segundo lugar porque, aunque a mi ritmo, podré seguir practicando deporte, y sobre todo, porque dentro de medio añito de nada, es decir, para noviembre ya estaré dando guerra, con ganas de empezar el entrenamiento “normal” para la temporada próxima. O quién sabe…, igual me miro algún sprint u olímpico por Australia o Nueva Zelanda, que seguro que Noviembre allí cae en pleno verano austral, jejeje….En cuanto a la temporada actual, pues a medio gas, con la única restricción de evitar apretar demasiado ni en intensidad ni en volumen. Sin embargo, como ya acumulo más tiempo entrenando que el año pasado, yo creo que aunque no pueda al 100% igual tengo expectativas de mejora. Aunque eso de las expectativas es un temita peligroso, y mejor no alimentarlas en exceso que pueden ser primas hermanas de posteriores frustraciones y decepciones.
Por ello, en estas ocasiones la vida es un constante sobreponerse, y es un combate contigo mismo. Esta temporada será dura por eso, por tener que mantener la ilusión sabiendo que una mejora significativa no está próxima, así como tampoco la verdadera competición. Pero sea como fuere, nos divertiremos igualmente, de eso no os quepa duda. Ésa es la expectativa principal que no debe suprimirse bajo ninguna circunstancia.

Finalmente y para cerrar ya esta entrada, que me enrollo más que una persiana, añadir que una de las conclusiones es que hay que sobreponerse, superar la adversidad y hacer de nuestra cruz una escalera para subir a lo más alto, quién sabe si al cielo. A veces el cielo podemos encontrarlo viendo una salida de sol, en una conversación con algún amigo, en una mirada cómplice, y … por qué no, al inscribirse en un triatlón habiendo entrenado y con ganas de sentirte uno más, sin límites, viviendo la experiencia a través de los cinco sentidos y sin que Pepito grillo, (llamado también voz de la conciencia) te esté taladrando en todo momento que hay algo en ti que no funciona como toca y que debes apretar un poquito menos por lo que pueda pasar…


PD: Otra forma de subir al cielo es entrenar en bici con Abel. Y es que ayer me lo encontré con Chicho en Burriana, todos puestos de bonito con su mono. Solo para seguirle no es que subiera al cielo, sino que casi llegué a ver todas las estrellas del firmamento. Está como un toro el tío. Y Chicho, que ya venía de nadar en el mar, y es que aquí el que no corre vuela…